ARENA POLÍTICA

LOZOYA, ESCAPARATE POLITICO

Mario CASTELLANOS ALCAZAR

 

Sin duda que los mexicanos están a la expectativa de lo que suceda en relación al invitado “especial”, además, de un trato preferencial, que la justicia mexicana dará al ex Director de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austín, en su calidad de extraditado para ser juzgado por los presuntos delitos de asociación delictuosa, operaciones con recursos de procedencia ilícita, cohecho y los que se le imputen.

Fue extraditado de la Costa del Sol, Málaga, España, donde fuera encarcelado, a solicitud del gobierno mexicano. Llegó a México, el viernes 17 de julio del presente año, sin que hasta el momento haya pisado el reclusorio, luego de haber recibido su primera prebenda conferida en su calidad de testigo protegido o colaborador en apego al criterio de oportunidad, establecido en el artículo 257 del Código Nacional de Procedimientos Penales.

Fue internado en un hospital de la ciudad de México, por desnutrición y males en el esófago, según dictamen médico a petición de sus defensores, en donde estará en recuperación durante 10 o 15 días, lo que parece una obra de teatro- y ya empezamos con presuntas falacias.

Es inédito, este caso emblemático, favorecido por el Sistema Acusatorio Penal, que otorga ciertas garantías al indiciado, que de cumplir con sus promesas se “soltar la lengua” es “decir si canta”, y si, lo hace bien, denunciando y presentado pruebas contundentes en contra de sus superiores de la administración del expresidente Enrique Peña Nieto y otros, inmiscuidos en actos de corrupción, Lozoya, podría alcanzar la extinción de la acción penal o bien, su condena será reducida sustancialmente.

Sí, pero Lozoya tendría que “encajonar” el mismo ex presidente Enrique Peña Nieto, al ex Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y al ex Secretario de Hacienda y Crédito Público y de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, quienes pueden ser los autores intelectuales de la estela de la corrupción, que dejaron a la presente administración del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Los delitos que pesarían sobre estos ex servidores públicos- y otros desde luego, entre ex gobernadores, diputados y senadores, coludidos con aquel famoso “Pacto por México”, que le abrió la puerta a la escandalosa corrupción de la administración peñanietista, son sin duda, los sobornos donados por la empresa constructora brasileña, Odebrecht, por la cantidad de 10. 5 millones de dólares, al gobierno de Peña Nieto, desde su campaña electoral a la presidencia de México, para la entrega de obras públicas, desde luego, el puente de estos sobornos, fue sin duda, Lozoya.

Otro fraude, que pesa a Peña Nieto, es lo relacionado a la compra de la empresa del complejo de agro nitrógenos con un costo indebido de los 275 millones de dólares, ubicada en el sur de Veracruz, la cual no produce un solo gramo de fertilizantes, lo que representó un vil fraude a las arcas nacionales en detrimento de la economía mexicana.

Lo que sí, es decepcionante para los mexicanos, volver a contemplar un panorama en donde se refleja el manejo y posible flexibilidad de la justicia mexicana para apuntalar a la Cuarta Transformación de México, además, porque se vislumbra una tentativa figuración para evidenciar la aplicación de la ley, ahora, que la prioridad sexenal del presidente Obrador, es combatir la corrupción, por lo que tiene que barrer las escaleras de arriba – abajo.

Incluso, el presidente ya dio línea, al manifestar que no es partidario de ejecutar penalmente a los ex presidentes de México, incluyendo, tácitamente a Enrique Peña Nieto, pese, a que dijo, que no será tapadera de ningún corrupto, pero si se tratara de hacer una consulta a la ciudanía mexicana, el sería el primero en no votar por el encarcelamiento de los presidenciales, palabras más palabras menos.

Con dicho pronunciamiento, Obrador, demuestra, que esta situación no es tan clara, ni democrática, ni de respeto a la voluntad del pueblo, solo por no anclarnos al pasado, como lo manifestará el creador de la Cuarta Transformación.

Sin embargo, López Obrador, se está jugando su futuro político, porque sí todo le sale bien, seguirá siendo el “astro rey”- y si le sale mal, no digamos, que va para abajo ,el populismo y el poder del este gobierno, que hasta ahora se mantiene, pero por lo visto, la extradición de Lozoya, es un asunto político ya arreglado, desde luego, con reflectores y tintes electorales de las elecciones que se avecinan para el año 2021 para elegir a 15 gobernadores, diputados y presidentes municipales del país, de ahí, que la moneda está en el aire.

Lo que sí, Obrador, le está apretando el cierre de las tuercas a la oposición: PRI; PAN; PRD, entre los partidos tradicionales, que advierten la integración del Bloque Opositor Amplio (BOA) para derrocar a MORENA en el proceso electoral del año 2021.

Cuando menos, el presidente Obrador, conjuntamente con MORENA, están midiendo fuerzas con el PRI, aunque este último partido ya no tiene aliento, pero si por las dudas, ahí les va, la guerra, empezando por la corrupción del ex presidente Enrique Peña Nieto, quien tuvo como brazo operador de la corrupción a Emilio Lozoya.

carloscastellanos52@hotmail.com

 

 

 

 

 

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