REALIDADES

Los dos ciclos

Erick García Barroso

Si hay algo que nos ha enseñado la pandemia ocasionada por el COVID-19, es que el mundo está en constante cambio, la velocidad en la que lo hace varía de acuerdo con las circunstancias en que cada uno se encuentre. Hacer las cosas como las hacíamos, hoy parecen solo recuerdos, ahora no podemos si quiera imaginar realizar nuestras actividades diarias sin usar un cubrebocas o gel antibacterial.

Cada población se ha ajustado a esta nueva normalidad, Oaxaca es un ejemplo muy claro, de cómo las comunidades han tomado medidas de contención muy altas para evitar el contagio a sus habitantes, como el cierre de sus accesos a la población, entradas y salidas reguladas y restricciones de paso a cualquier extraño.

Esto es solo un ejemplo de cómo cada comunidad se enfrenta a sus complejidades geográficas, económicas y sociales, ajustando su manera de hacer las cosas enfrentándose incluso a años de tradición.

Y en este contexto podemos entender lo difícil que es para miles de familias y estudiantes la modalidad de estudio para este nuevo ciclo escolar. Aproximadamente 30 millones de estudiantes -según datos reportados por el Gobierno de la República- iniciaron clases el pasado 24 de agosto de una manera totalmente distinta, a distancia.

La Secretaría de Educación Pública del Gobierno de México, tras la firma de un convenio de colaboración con las principales televisoras del país, diseñó un programa de enseñanza dirigido a estudiantes de nivel básico vía televisión, la programación de las clases se realizó en cadenas de televisión abierta.

Este es un gran esfuerzo y una decisión responsable para con los millones de niñas y niños que estudian educación básica en el país.

Lamentablemente esta estrategia, aunque pareciera accesible, no está pensada en un enfoque de desigualdad social y perspectiva de desarrollo económico por familia, lo explicaré desde un contexto oaxaqueño.

Son miles de hogares en comunidades con condiciones complejas en que, si una niña o un niño quiere asistir a clases, tenía que caminar varios kilómetros para poder llegar a su centro escolar; esto en muchos de los casos es porque sus hogares están en zonas de difícil acceso donde las familias se han asentado desde hace varias generaciones y al no tener la posibilidad económica de desarrollarse continúan ahí.

En estas casas muchas veces las familias se alimentan con lo que ahí mismo producen y no cuentan con todos los servicios básicos para su desarrollo.

Ahora, conociendo esta realidad, es fácil imaginar que muchas familias no cuentan con luz eléctrica, no cuentan con señal de teléfono celular ni línea fija, no hay señal de televisión, entonces claro que tampoco cuentan con un televisor, ¿entonces cómo pueden tomar clases las niñas y niños? De igual manera pensar en clases por internet no es ni por poco una opción.

Llegamos a esta situación extraordinaria por una pandemia que no estaba prevista, que ni en el más difícil de nuestros días lo imaginamos si quiera, esto pone sobre la mesa el hecho de que aún en poblaciones cercanas a la ciudad, el acceso a la tecnología y los servicios de telecomunicaciones son ineficientes o de difícil acceso, siendo ahora parte vital en el día a día de las personas.

Hoy miles de estudiantes viven con la incertidumbre se no saber si podrán siquiera acabar el ciclo escolar con esta modalidad, en algunos hogares solo hay una televisión y varios hijos en edad escolar cursando su educación básica, esto implica un gasto alto no programado para adquirir equipos de televisión, computadoras o tabletas para que todos los niños del hogar puedan tener la posibilidad de tomar clases.

Hoy los Gobiernos deben aprender de esta situación, aceptar que no están preparados para afrontar situaciones atípicas por lo que sus prioridades deben redirigirse e iniciar estrategias profundas que cambien la realidad de las personas, para que la sociedad pueda estar preparara en situaciones fuera de lo normal y así podamos estar todos en igualdad de oportunidades.

Se debe de seguir apostando en la creación y reforzamiento de programas que ayuden o impulsen la educación; crear o mejorar los programas de desarrollo económico para que todas las personas puedan crecer y tener las condiciones para que sus familias tengan un verdadero bienestar y acceso a la tecnología en sus diferentes modalidades.
Le deseo lo mejor a los estudiantes y profesores que este año enfrentan un ciclo escolar que pondrá al máximo su potencial y estoy seguro que lo lograrán.

*Asesor de comunicación y marketing.

 

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