ARENA POLÍTICA

OBRADOR, CONTAGIADO. ¿QUÉ SIGUE?

Por: Mario CASTELLANOS ALCAZÁR

Cierto es que el contagio del COVID- 19 al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no es nada deseable, y por consiguiente, es de humanos reconocer que es el eje, o más bien, el motor que conduce los destinos del país, por lo que deseamos pronto restablecimiento de su salud para que regrese a sus actividades normales.

Más allá de las corrientes ideológicas de sus adversarios políticos y del ciudadano o de un presidente, que sí, los conservadores y nostálgicos del poder no están de acuerdo con sus políticas, es entendible, que nunca lo estarán, pero, ante todo, en este tiempo de la pandemia debemos cerrar filas para salir adelante.

Desde luego que es muy lamentable el contagio del presidente Obrador, como de cualquier otro ciudadano y de las familias enteras, de la sociedad y del conglomerado, que han padecido esta enfermedad, que hasta la fecha nos ha dejado más de 150 mil muertes en el territorio mexicano. Esto nos permite reflexionar, que, si el presidente de los mexicanos contrajo el virus, que será de la población desprotegida, de los marginados, los pobres, de los que sobreviven, de los que comen hoy y mañana quien sabe.

Más que todo, la lección es para el gobierno de los mexicanos, para el presidente, que de hoy en adelante debe compartir con las medidas sanitarias establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la misma Secretaría de Salud, usando el cubre boca, guardando la sana distancia, alternando con más precaución sus giras por la República Mexicana, pero también, adoptar nuevas restricciones para evitar el contagio masivo de los mexicanos.

Su fuerza moral debe convertirse en acciones tangibles y concretas para domar a la pandemia y no ser domado, para aplanar la curva de contagios y no ser vapuleado, así, las estampitas religiosas, amuletos, limpias y despojo de las malas vibras, deben se eso, parte de la espiritualidad, pero no el todo, o el detente como el presidente lo ha manifestado, de ahí, que es urgente cambiar de protocolos o más bien, poner en acción nuevas prácticas y acciones coordinadas con los gobiernos estatales.

Incluso, trabajar en el combate de la pandemia en coordinación con los países del mundo o los más cercanos al entorno de la nación mexicana para evitar que el trasporte aéreo sea conductor del padecimiento a través de los migrantes, aumentar el número de pruebas COVID- 19, el control de las aduanas y el cierre de las actividades no esenciales, entre otros, que se han descuidado desde el inicio de la pandemia.

Así también, evitar, que los gobiernos estatales estén manejando la pandemia con fines políticos electorales con medidas protagonistas, utilizando al COVID como bandera política o que estos, compren sus propias vacunas para sus gobernados. Esto se presta a politiquerías, fraudes y la consabida corrupción.

Por supuesto, que el contrato y los convenios con las farmacéuticas para la compra de las vacunas debe estar a cargo del gobierno federal, pero también, debe haber una comisión nacional integrada con los gobiernos estatales y la Secretaría de Salud, todos en conjunto para que la repartición sea equitativa y con una buena logística para que no haya favoritismos ni privilegios, de lo contario, esto será una anarquía propiciada por los gobernadores de la oposición en manos de los conservadores.

La situación es muy crítica ante el repunte de la pandemia, también, porque se da prioridad a la reactivación económica del país, que sí bien, es la otra pandemia, que está retardando el crecimiento económico con una crisis desbordante en lo político y lo social, por lo que se vislumbra el desplome de las actividades productivas- y con esto- el incremento desorbitante del desempleo.

Un decrecimiento de menos 9 por ciento en el Producto Interno Bruto y la pérdida de 10 millones de empleos formales e informales en el país, no son buenos augurios, si se toma en cuenta, que paralelamente se incrementa el índice delictivo, que en el año 2020 fue de 32 mil 759 asesinatos, de estos 28 mil 445 son hombres y 3 mil 455 son mujeres.

Vaya, el México que vivimos, sin embargo, la lucha por el poder pasa por encima de la pandemia, mientras crece el número de muertes en este país de grandes contrastes y de poca reconciliación social. Es cuestión de todos.

carloscastellanos52@hotmail.com

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