BALAZOS Y NO ABRAZOS
Por: Alejandro Leyva Aguilar
Pues no funcionaron los abrazos y es que el problema de abrazar es que, cuando dejas de hacerlo, comienzan los “balazos”. La noche de este nueve de agosto fue espantosa para miles de ciudadanos que se dieron cuenta que las calles de México son escenarios de batallas encarnizadas y desiguales donde todos los civiles estamos expuestos a la violencia criminal, soportada y solapada desde Palacio Nacional.
Sabemos que al peje en Estados Unidos lo obligaron a dar resultados contra el narcotráfico, por eso después de su regreso de Washington, la Marina y la DEA detuvieron a Rafael Caro Quintero, luego vino el helicopterazo donde viajaban 11 elementos de élite que se han dedicado, desde el gobierno de Felipe Calderón a buscar y agarrar a narcotraficantes.
La noche de lunes, un operativo realizado por militares y Guardia Nacional -que es lo mismo- contra una célula del crimen organizado en algunos puntos de la zona metropolitana de Guadalajara, ocasionó bloqueos con unidades del transporte público y autos que fueron quemados in situ.
De acuerdo con los reportes del gobierno federal, este dispositivo tenía como finalidad detener a un miembro del Cartel Jalisco Nueva Generación identificado como Ricardo Ruiz Velasco (a) el “RR” o el “tripa”, presunto jefe de la plaza del cartel en Zacatecas, Querétaro y Guanajuato.
En Guanajuato, la avalancha de acciones del crimen organizado, desató pánico en ciudades de este importante estado del Bajío, ahí se reportaron negocio y vehículos quemados por personas fuertemente armadas en al menos 5 municipios: Celaya, Irapuato, Salamanca, Silao y Apaseo el Grande. Al menos 20 puntos fueron atacados y quemaron vehículos y tiendas de conveniencia oxxo.
En la carretera a Saltillo civiles incendiaron un camión urbano y un auto compacto, cerca de la colonia Mesa Colorada para posteriormente escapar en dos vehículos compactos y una camioneta pick up.
Un camión de pasajeros más, fue incendiado en la avenida Camino a Valle de San Isidro y Río Blanco, mientras que en el kilómetro 29 de la carretera a Saltillo, en la zona de Paso de Guadalupe, fue quemada una unidad más.
Esto, alertó a los cuerpos de seguridad que activó el “código rojo” que involucra a autoridades de seguridad de los tres niveles de gobierno para buscar a los responsables que, como dijimos líneas arriba, ya habían huido de los lugares incendiados, pero que se supone, fueron identificados por las cámaras de seguridad instaladas en varias zonas de estos municipios del centro de México.
Un enfrentamiento en Jalisco para detener a un capo -al que el peje le había prometido abrazos- desató una serie de acciones en el Bajío que literalmente puso a los ciudadanos a temblar y a refugiarse en sus hogares para no ser víctimas colaterales del enfrentamiento esta vez, entre el ejército y el crimen .
La escena dantesca de incendios de tiendas de conveniencia, transporte público y particular; el avistamiento de decenas o cientos de civiles encapuchaos con armas de uso exclusivo del ejército; la toma completa de mercados y plazas públicas por parte del crimen y los asesinatos de civiles, son cosa de todos los días en este fallido gobierno de la cuatroté y son consecuencia de la nula estrategia de seguridad por parte del gobierno federal.
El peje dijo en 2012 que tener a los militares en las calles, era un error y que él metería al ejército a sus cuarteles en 6 meses como mínimo. Ya pasaron tres años y medio y ahora, tragándose sus palabras como si fueran sapos, pretender militarizar a México con el decreto de que la guardia nacional pase a ser parte del ejército.
Además del pisoteo que eso significa a la Constitución Mexicana, su ocurrencia de “abrazos no balazos”, ha descompuesto ya al país y va a ser muy difícil que tengamos los niveles de seguridad que teníamos apenas en el sexenio pasado.
Ni los militares estarán en sus cuarteles, ni mucho menos los cárteles de la droga y el crimen organizado se “portará bien”, porque esos no están esperando a ver con qué ocurrencia va a salir un “pinche presidentito”, que escupe al cielo muy seguido y no tiene un pañuelo para limpiarse los gargajos en la cara.
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