LA REFORMA ELECTORAL TIENE DOS CARAS
Por: Mario CASTELLANOS ALCÁZAR
Cierto, que la Reforma Electoral, iniciativa del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene dos caras: dictadura perfecta o democracia, como quiera que sea, levanta ampolla y polariza frenéticamente a los actores políticos, pues se pone en riesgo la elección presidencial, del año 2024, cuya efervescencia está a punto de un estallido social.
Mientras el presidente de los mexicanos se ve sumamente nervioso, preocupado y colérico, por temor a que dicha iniciativa sea rechazada en el Congreso de la Unión- diputados federales y senadores, organizaciones sociales, políticas, partidos, empresarios, entre otros sectores, que dicen no, a la Reforma Electoral porque se trata de una Ley autoritaria de la perfecta dictadura.
MORENA y sus aliados no tienen mayoría calificada para aprobar la Ley, por lo que necesitan de los votos de la oposición, pero el PRI, PAN y PRD, dicen que no darán un solo voto, por tanto, la iniciativa se tambalea.
Por cierto, ya se están calibrando las fuerzas políticas en pro y en contra de dicha iniciativa del gobierno, que no puede ser tan democrática, más bien, es un retroceso histórico que desvanece la lucha social, que logró la instauración del Instituto Nacional Electoral, en proceso de su desaparición, aunque el presidente dice que no, pero sí, hay especulaciones de una jugada sucia y macabra.
En este sentido, el próximo domingo 13 de noviembre será una fecha histórica en defensa de dicha institución autónoma, que ha garantizado los procesos electorales de la República Mexicana, tras una tenaz lucha social de la ciudadanía.
El objetivo fue crear al INE como una institución autónoma con la finalidad de arrebatar el órgano electoral, entonces en manos del Gobierno a través de la Secretaría de Gobernación, tras largos procesos y reformas constitucionales, por fin, la institución hasta hoy vigente, el gobierno actual trata de modificar o sustituirla para instalar un nuevo organismo acorde con la Cuarta Transformación de México, que se ajuste al régimen morenista.
Una cosa es una reforma constitucional y otra es la desaparición de raíz del INE, que será defendido a capa y espada, cuestión que se ha convertido en un dilema, pues ciertamente hay confusión, por tanto, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, Ricardo Monreal, acredita y respeta la manifestación de las fuerzas políticas, organizaciones sociales y protagonistas, que se realizará el 13 de noviembre próximo en la capital del país y en la mayoría de los Estados.
Además, añadió, que dicha Ley Electoral no se aprobará al vapor ni se ratificará, por lo que se analizará a conciencia, respetando los criterios de los opositores, cuidando que dicha reforma se constituya en auténtica democracia, paz y estabiIidad social y política para garantizar las elecciones del 2024, del presidente, diputados y senadores, así como los congresos locales. No habrá marrullerías-
En tanto, que el presidente ha convertido sus conferencias mañaneras en un desafiante alegato en contra de los conservadores y fifís, que le hacen la contra, pues son los que impugnan dicha Ley Electoral porque quieren seguir con los procesos fraudulentos, teñidos de corrupción, pretextando que el INE, se inclina hacía el viejo régimen neoliberal.
Entablando una bravata en contra de quienes no están de acuerdo con dicha reforma, a quienes denosta con insultos y agravios personales, a los que califica de traidores, vendidos, antidemocráticos y una serie de improperios, mientras los morenistas, diputados, senadores y gobernadores guindas se rasgan la vestidura por la aprobación de dicha ley.
Los dirigentes del PAN, PRD y el PRI: Marko Cortés, Jesús Zambrano y Alejando Moreno, “Alito”, respectivamente, no darán su voto de aprobación porque la Ley es antidemocrática y convenenciera para que morena continúe en el poder, rumbo a la reelección para perpetuarse en el poder.
La reforma tiene que ser reforma literalmente, que no se cambie la historia del INE, ni su esencia histórica, que fue un triunfo de la sociedad mexicana para que esta institución no regrese al centralismo, en manos del gobierno del régimen en turno de la Cuarta Transformación, la 4T.
