EL ZUMBIDO DEL MOSCARDÓN

SÍ, QUE HAY FESTEJO

Por: Francisco Alejandro LEYVA AGUILAR

Primero que nada, le debo ofrecer una disculpa a Erik Limones Aquino porque en la columna del día 27 de octubre, me equivoqué al mencionarlo como la persona que estaba al micrófono en un evento con candidatos de Morena, convocados por el director del Instituto Tecnológico de Oaxaca (ITO) Fernando Toledo Toledo. Erik no es el que habló en esa reunión y al contrario es ajeno a la convocatoria que hizo el director del ITO, además está en contra de que los estudiantes sean condicionados a asistir a eventos políticos.

Quién estaba en el micrófono, se llama Gabriel Bolaños Chiñas, un porro estudiantil afiliado a Morena que fue funcionario del Instituto de la Juventud en este desastroso gobierno de Salomón Jara y fue cesado porque en estado de ebriedad, se accidentó y causó destrozos.

Ofrecidas las disculpas y la aclaración del asunto, pasemos al tema: estamos, literalmente, en temporada de muertos. Voy a transcribir lo que se dice de los días de los difuntos, de acuerdo a un artículo del diario expansión: “Los festejos del día de muertos -en México- se extienden por 7 días, cada uno destinado a ciertos difuntos dependiendo de las circunstancias de su muerte, te decimos a quien corresponde cada uno”.

“… Los festejos arrancan el 27 de octubre, para quienes tuvieron mascotas que ya fallecieron, la tradición apunta que ese es el día que visitan a sus amos desde el más allá. El 28 de octubre se cree que los visitantes del altar son las personas que murieron en un accidente o de forma trágica, el 29 de octubre se dedica a recordar a las personas que murieron ahogadas, el 30 a los olvidados o quienes no tienen familia que los recuerde. El 31 octubre cierra con el recuerdo de las ánimas en el limbo, los niños que nunca nacieron o no fueron bautizados, mientras que el 1 de noviembre es la fecha marcada para recordar a los niños bautizados menores de 12 años que dejaron el piano terrenal y la mayor celebración tiene lugar el día dos de noviembre, una fecha que si bien está destinada a los adultos que han muerto, es conocida como el día de todos los muertos o todos los santos”.

Centrémonos en el 28 de octubre, la fecha en que los altares se llenan de ánimas que perecieron en accidentes o hechos trágicos. Si el peje puso un altar en Palacio Nacional, se debió llenar el sábado de unas 170 mil personas que tienen que ver con sus “abrazos no balazos”, cuerpos desmembrados, cabezas humanas, piernas, brazos, vísceras, sangre por doquier que son personas que han muerto en SU GOBIERNO y por culpa de haber renunciado a ejercer la ley, a respetar la constitución, a defender al pueblo de los criminales. Ojalá y esos descabezados, desmembrados, desollados no lo hayan dejado dormir el sábado por la noche.

Pero sumemos a los que murieron también de manera trágica en la pandemia. Mujeres, hombres, niños, adolescentes que no debieron morir toda vez que el Gobierno tenía las herramientas necesarias para combatir la crisis sanitaria, pero también renunció a su obligación de crear las estrategias necesarias para frenar el avance del pandemonio que vivimos en 2020 y 2021.

Los niños con cáncer que murieron, por falta de medicamentos, son muertes trágicas, muy lamentables e inherentes a la inacción del gobierno de López por causar un criminal desabasto de medicamentos oncológicos para esos angelitos que sucumbieron a pesar de los esfuerzos, muchas veces sobrehumanos de sus padres. Ellos seguramente estuvieron en los sueños de López el sábado 28, pero también lo estarán el miércoles primero de noviembre.

Sin con todas esas muertes pudo dormir el insufrible inquilino de Palacio Nacional, yo supongo que también le causaron pesadillas los ahogados por el Huracán Otis que devastó Guerrero, no solo Acapulco. No fueron 27 los fallecidos, como dice el peje, ya van más de 40 y entre ellos varios ahogados cuyo rictus de terror bajo el agua del pacífico, seguramente se le apareció a Andrés mientras dormía el 29 en sus sábanas de seda, muy lejano a como duermen hoy los damnificados del Huracán en muchas de las comunidades de Guerrero. Esos, hay que recordarlo, llegan el 29 al altar.

Ayer 30 el altar de muertos, de Palacio Nacional, se ha de haber llenado de almas que no encuentran descanso, personas desaparecidas a cuyas familias les hace falta el cuerpo y no pueden rezar en algún camposanto y menos en una fosa común. Cientos de miles de almas que fueron a parar en algunas de las ¡SEIS MIL FOSAS CLANDESTINAS QUE HAY EN MÉXICO!, ¡CUATRO MIL SOLO EN ESTE SEXENIO! Esos cuerpos gelatinosos que fueron tirados en pozos profundos y cuyas masas sanguinolentas se le han de haber presentado con todo su horror a un presidente que no sé cómo puede dormir.

Por eso dije que LITERALMENTE es el año de los muertos, difuntos que tienen que ver con la negligencia criminal del Gobierno Federal, con la fallida estrategia de “abrazos no balazos”, las innumerables ocurrencias de una mente ignorante y obnubilada por el poder. Al peje no le importan los muertos, menos sí son pobres, menos si son ánimas anónimas, menos si son producto de sus acciones u omisiones.

El Día de Muertos, el Halloween ha adquirido en México una connotación ahora diferente. Los ciudadanos ya no se disfrazan con máscaras de monstruos o zombies, ahora hacer apología de los muertos por el crimen organizado. Adornan sus vehículos con bolsas de basura donde sobresale una cabeza humana, o una cajuela de donde cuelga un pie. Esos son los “adornos” del México del peje, del México de la sangre derramada por el crimen organizado y, pareciera, solapada desde el Gobierno Federal.

Éste sí es el México Bárbaro, no el que describió John Kenneth Turner en su famosa novela.

@leyvaguilar
Facebook: Francisco Alejandro Leyva Aguilar

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