LA LÍNEA MÉDICA

OBESIDAD

DR. Norberto Barroso Rojas

El programa de Naciones Unidas: transformar nuestro mundo y la agenda 2030 para el desarrollo sostenible nos brinda la oportunidad de enfrentar retos importantes. Los objetivos de desarrollo sostenible que la acompañan, tiene como meta especifica no dejar a nadie desatendido. Los sistemas sanitarios deben ser sólidos para hacer frente a las consecuencias sociales y económicas de los brotes y otras emergencias sanitarias; la mejora de la salud potencia a su vez los demás objetivos de la agenda.

En los últimos 30 años la obesidad y el sobrepeso se han convertido en una epidemia. Que afecta a 1 de cada 3 niños y adolescentes y a 7 de cada 10 adultos. Combatir y prevenir este fenómeno es un reto urgente de salud pública por la principal asociación con la “pérdida de la salud”, y la aparición de enfermedades crónicas como la Diabetes Mellitus, Hipertensión Arterial, trastornos en el metabolismo de los lípidos, enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y enfermedades osteoarticulares.

En México se ha declarado una emergencia sanitaria por la epidemia de obesidad y diabetes. En 2016, 72.5% de los adultos presentaron sobrepeso y obesidad, y aun cuando desde 1999 se ha observado un incremento en toda la población, éste ha sido mayor entre las mujeres en edad reproductiva y los residentes de zonas rurales.

La obesidad tiene un origen multifactorial y es el resultado de prácticas y factores de riesgo que pueden ser de carácter inmediato (a nivel individual), intermedio (en el entorno de los individuos) y básicos o estructurales (a nivel macro), y que ocurren en diferentes etapas a lo largo del curso de vida.

La causa más inmediata de obesidad es el balance positivo de energía, que resulta de una mayor ingestión que gasto. La dieta de la población mexicana se caracteriza por un menor consumo de verduras, frutas, leguminosas y cereales de grano entero y uno elevado de alimentos con alta densidad energética, procesados o ultraprocesados, con elevadas cantidades de azúcares o grasas y harinas refinadas, bajo contenido de fibra, así como un elevado consumo de bebidas azucaradas. La alta densidad energética de la dieta y el consumo elevado de bebidas azucaradas, que producen menos saciedad que los alimentos sólidos, resultan en un sobreconsumo pasivo de energía, lo cual contribuye al balance positivo de energía, dada la limitada actividad física moderada y vigorosa en la vida cotidiana de gran parte de la población. Una diversidad de factores biológicos, psico-sociales, y sus interacciones, antecede los comportamientos alimentarios y se asocia con la forma en la que el organismo reacciona a estos estímulos.

Los ambientes o entornos alimentarios, entendidos como la presencia física y la proximidad a establecimientos de venta de alimentos y bebidas, así como sus precios, calidad, variedad e información disponible dentro de una comunidad o región, son causas o factores intermedios que facilitan u obstaculizan la adopción de dietas saludables. El entorno alimentario influye en las decisiones de consumo de la población a través de la disponibilidad, la asequibilidad y el acceso a diferentes tipos de alimentos y bebidas en los lugares donde las personas viven, estudian, trabajan y realizan sus actividades cotidianas.

Por su parte, el nivel de actividad física de las personas se ve influido por el ambiente construido, que se refiere a los espacios físicos donde la gente lleva a cabo sus actividades diarias, por ejemplo, la infraestructura peatonal, la disponibilidad y calidad de los espacios públicos incluyendo parques y áreas de esparcimiento, los espacios escolares para la actividad física y los sistemas de transporte. Los factores sociales y culturales como la seguridad y la percepción de seguridad y de estética, el género y la educación, por mencionar algunos, inciden en la adopción de estilos de vida activos. Por ejemplo, el incremento en la violencia ha reducido el tiempo en actividades fuera del hogar, especialmente en las mujeres, lo cual repercute en la adopción de estilos de vida activos.

Por lo anterior, se deben implementar acciones de prevención y control de la obesidad, de carácter multisectorial, dirigidas a la modificación del sistema y el entorno alimentario, y a mejorar el acceso físico y económico de las familias para alcanzar una dieta saludable y sostenible, así como transformar los factores que propician la actividad física, mejorar la calidad de la atención primaria de la salud para prevenir la obesidad y sus complicaciones.

El actual etiquetado nutrimental de alimentos y bebidas, propuesto por la industria alimentaria, no es efectivo para ayudar a los consumidores a tomar decisiones saludables durante la selección y compra de alimentos. El etiquetado es confuso para la mayor parte de la población mexicana, especialmente para población vulnerable como son los niños y las personas con bajo nivel de educación formal. Más aún, su diseño no es suficientemente simple para informar de manera rápida la calidad nutrimental de alimentos y productos en el punto de venta, aun a personas de alto nivel educativo. Además, los límites nutrimentales de algunos nutrientes, como los azúcares añadidos,* exceden por mucho el máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por otros organismos internacionales.

En México el sobrepeso y la obesidad afectan a todos los grupos de edad incluyendo niños, adolescentes y adultos, pero los grupos que han presentado un mayor incremento en los últimos seis años han sido las mujeres en edad reproductiva y los residentes de zonas rurales. Entre 1988 y 2016, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad tuvo un incremento sostenido en las mujeres adultas y en los adolescentes de las localidades rurales.

Las actuales políticas públicas en salud, han sido insuficientes para revertir las altas prevalencias de sobrepeso y obesidad en México. El efecto que genera la obesidad sobre mortalidad temprana, discapacidad, disminución de la calidad de vida y menor productividad en quienes la padecen es un llamado de atención para que el gobierno y la sociedad diseñen e implementen mejores estrategias para su control y prevención.

 

 

 

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