El ZUMBIDO DEL MOSCARDÓN

¡AUXILIO!

Por: Francisco Alejandro LEYVA AGUILAR

Un dato que no da calor sino escalofrío. Sao Paulo en Brasil registró una temperatura con una sensación térmica de 60.1 grados Celsius apenas la semana pasada y, ni en esas latitudes, ni en las nuestras estamos aun en verano. En Nuestro país, hay zonas como el norte donde se han registrado hasta 56 grados y en lugares altos como la Ciudad de México, hay zonas que se alcanzaron los 37 centígrados.

Es obvio que algo no anda bien en el asunto del clima y más obvio que nosotros, los 8 mil millones de humanos que habitamos la tierra, tenemos toda la responsabilidad. Es verdad que un puñado de líderes mundiales tienen la última palabra en la emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero que calientan el planeta, pero todos los humanos, también somos responsables, directa o indirectamente del cambio climático.

La temperatura del mundo, de febrero de 2023, a febrero de 2024, aumentó 1,52º Celsius, de acuerdo a informes del Servicio de Cambio Climático “Copernicus” de la Unión Europea. La temperatura media de la superficie del mar, ha registrado un aumento sin precedentes lo que también confirma el alza de las temperaturas en la media del aire que respiramos.

Hay una diversidad de opiniones de científicos sobre los efectos del aumento de la temperatura, pero casi todos coinciden en que un aumento sustancial de 2ºC, será un punto de NO RETORNO, es decir, ningún esfuerzo por detener el cambio climático será posible. Es como si echaras a andar por una pendiente una bola de nieve.

Estamos técnica y científicamente a 0,5ºC de que eso suceda y en este punto, todos debemos poner un grano de arena para que el calentamiento global se detenga, no obstante ¿cuánta gente es consciente de lo que está pasando?, habemos algunos enterados, pero la gran mayoría inmersa en la economía de mercado donde los prototipos te imponen modas en todos los niveles del consumo, es más importante verte bien, que comparte una ropa cuya manufactura no dañe el medio ambiente.

¿Dije que habemos 8 mil millones de humanos?, bueno no me detuve a decir cuántas reses o cuántas aves necesitamos para alimentar esas 8 mil millones de bocas. Actualmente, hay en el mundo 23 mil millones de gallinas, 1,339 millones de reses y casi mil millones de cerdos en el mundo y, todos ellos toman agua potable y comen, pero además en el caso de las reses, sus excreciones emiten millones de toneladas de metano, un gas efecto invernadero y su crianza supone deforestación… ¿cuántos de mis lectores comen carne de res, gallina o puerco?

Por otro lado, cosechamos semillas como el maíz que producimos en cantidades estratosféricas es decir al año cultivamos unas 1, 240 millones de toneladas en el mundo, le siguen en producción el trigo con 784 millones de toneladas y el arroz con 514 millones de toneladas, con excepción del maíz (hay producción de temporal), los otros dos productos necesitan cantidades enormes de agua dulce para su producción y enormes extensiones de tierra donde antes había bosques.

Daniel Goleman escribió un libro que pone a pensar a uno se llama “conciencia ecológica” Por más ecologista que te sientas en este 2024, tienes hábitos de consumo que, de alguna manera aportan negativamente al cambio climático. Desde quienes consumen palomitas de maíz, hasta los que se compran un champú especializado que, por más que respete los lineamientos de contaminación, está envasado en plástico.

Creo, excepto si hay en el mundo excéntricos ermitaños, que ninguna persona que vive en sociedad, se escapa de la responsabilidad del cambio climático y la mayoría, como lo dije líneas arriba, no lo sabe y no nos alcanzaría el tiempo y los esfuerzos para explicarlo, por eso las decisiones importantes, las deben tomar los líderes industriales, las naciones y sus gobiernos. Si en un año casi llegamos al punto de NO RETORNO, si seguimos en ese mismo ritmo, es seguro que para 2025 ya estaremos en ruta hacia la destrucción mundial.

La pregunta es ¿en un año podremos detener la inercia del cambio climático?, parece una labor titánica y de muchísima responsabilidad, pero no hay de otra, o lo hacemos o las nuevas generaciones van a tener que desalinizar el agua del mar para poder producir sus alimentos y vivir, además de que ya no conocerán el mundo como ahora es.

Hacer conciencia no sirve ya de mucho, incluso hay líderes como López Obrador que le apuestan a la refinación de petróleo cuando la tendencia mundial es acabar con los combustibles fósiles, lo que hace el “presidente” de México es contribuir a que sus nietos, los hijos del panzón y de su estirpe, ya no vean la chingada como un edén, sino como un páramo.

@leyvaguilar
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