EL ZUMBIDO DEL MOSCARDÓN

EL ALTAR DEL PEJE

Por; Francisco Alejandro LEYVA AGUILAR

A propósito de estas fechas de Todos Santos y Fieles Difuntos, el ingenio del mexicano es exacerbado. Un tipo le pregunta a otro ¿qué haces?, y le contesta -estoy poniendo mi altar para que me visiten los difuntos- y el otro tipo le contesta: wey, ni los vivos te visitan, menos los muertos…

Más allá de la broma, la tradición en México, es poner un altar de siete pisos con imágenes de santos y fotografías de los difuntos de la familia en cuestión, además de fruta, bebida y comida que en vida le gustaba a la persona recordada… le hacemos un homenaje a nuestros muertos.

Yo al menos, nunca he sentido que me visite algún difunto, de repente sueño con ellos, pero no necesariamente a finales de octubre y principios de noviembre, sino cualquier día o noche del año mientras duermo porque, aunque ya no están físicamente, los llevo en mi memoria siempre.

Sin embargo, hay muchas personas vivas que sí creen que las visitan los muertos, sus muertos y por ese motivo adornan sus altares y se empeñan en que ningún símbolo, ningún detalle sea pasado por alto para que los difuntos tengan esa noche de paz.

Me pongo a pensar, por ejemplo en los asesinos que por acción u omisión, fueron culpables de la muerte de alguien ¿podrán dormir esas noches de Todos Santos y Fieles Difuntos?, lo digo porque no es lo mismo esperar la visita de un ser querido que se nos adelantó ya por causas naturales ya por fortuitas, que esperar la visita de alguien al que tú, directa o indirectamente mataste.

Si eso pasa, no quiero imaginarme el tamaño del altar de muertos que habrá en Palacio Nacional, de donde -dicen- no ha salido el peje López Obrador. Quién sabe si el Macuspano pueda dormir en estos días porque si hacemos un recuento de los muertos que su sexenio causó no nos alcanzarán los siete tradicionales escalones.

¿Qué grupo de muertos lo visitará primero?, siguiendo la tradición, serían las almas limpias, es decir los niños que perdieron la vida en su sexenio y por culpa directa del peje unos 15 mil infantes por causas relacionadas con la falta de oncológicos según la Asociación Mexicana de Atención a Niños con Cáncer (AMANC), un promedio de entre 1300 y 1500 por año.

Luego están los asesinados, los que perecieron por la decisión de López Obrador de abrazar a criminales y balacear a civiles, esos son casi 200 mil, exactamente CIENTO NOVENTA Y NUEVE MIL SEISCIENTOS DIEZ Y NUEVE muertos que sabemos, porque además en el sexenio que acaba de terminar, que fue el más violento, también se encontraron 4 mil 565 fosas clandestinas con 6 mil 253 cadáveres, algunos desmembrados e irreconocibles.

La cifra más grande es la de los muertos por la pandemia de COVID-19, México fue uno de los países que no tuvo una estrategia definida y que, incuso desde la mañanera de López, se incitó primero a no usar cubre boca y luego a usar estampillas de santos para cuidarse del “bicho”, además a “portarse bien”… esas recomendaciones del peje, además de la nula estrategia de contención, nos llevó a la cifra de 847 mil 716 muertos por la pandemia, defunciones que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se pudieron evitar.

Al peje le daban miedo las mujeres y estas noches de finales de octubre y principios de noviembre, recibirá la visita de casi 6 mil damas asesinadas, 5 mil 364 feminicidios registrados en su gobierno, 11 cada día incluida una niña, por su indolencia de no escucharlas y no implementar mecanismos para la prevención de este grave delito.

El altar que tendrá que poner Andrés Manuel López Obrador será MONUMENTAL y yo me pregunto ¿podrá dormir ese viejo asesino con su conciencia manchada de sangre?, bueno, es una pregunta tonta porque si ha podido dormir tantos estos años cargando en su cochambrosa conciencia la muerte de su hermano Ramón a quien mato de un balazo jalando el gatillo de una pistola, pues ¿qué le pueden importar UN MILLÓN SESENTA Y SIETE MIL SEISCIENTOS NOVENTA Y NUEVE MUERTOS EN SU SEXENIO QUE NI SON DE SU FAMILIA?

El peje va a tener que hacer muchos tamales de chipilín, mucho atole y mucho mole para sus muertos.

@leyvaguilar
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