EL ZUMBIDO DEL MOSCARDÓN

GUERRERO: INGOBERNABILIDAD

Por: Francisco Alejandro LEYVA AGUILAR

Lo que pasó en Guerrero es algo que nos debe preocupar a todo México. Las imágenes del alcalde de Chilpancingo con apenas 6 días en el puesto que fue brutalmente asesinado, su cabeza cercenada y expuesta en el techo de una camioneta, le dieron la vuelta al mundo en unas horas al través de las redes sociales.

El asesinato de Alejandro Arcos Catalán, que le ganó a Morena el municipio de la capital de Guerrero, manda un mensaje muy contundente a quienes aspiran gobernar municipios donde hay intereses del narco y el crimen organizado, o se alinean o se mueren.

Alejandro Arcos apenas tenía 6 días de haber asumido el puesto que dejó la exalcaldesa Norma Otilia Hernández quien habría sido grabada mientras estaba en funciones con el líder del grupo criminal “los ardillos”, con quienes se presume, también se reunió Arcos Catalán en días pasados de acuerdo a informes de inteligencia nacional.

La campaña del aliancista Alejandro Arcos Catalán, tuvo como premisa fundamental el combate al crimen organizado y supuestamente habría sostenido una reunión con “los ardillos”, para dejarles claro que en su gobierno no se permitiría la extorsión, ni el cobro de piso.

La respuesta de “los ardillos” a seis días de haber asumido la presidencia municipal de Chilpancingo, fue brutal y escandalosa. Tres días antes, los sicarios habrían matado a balazos a Francisco Tapia, brazo derecho de Arcos Catalán, quien salió a dar la cara y a puntualizar que su crimen no quedaría impune… hoy los dos están muertos y uno de ellos decapitado.

La decapitación tiene presencia en México desde hace dos décadas cuando el cartel de Sinaloa trajo a los Kaibiles de Guatemala que comenzaron con las decapitaciones con, al menos, dos simbolismos, uno griego y el otro azteca, pero ambos salvajemente crueles.

Claro que la decapitación en México no es un asunto de honra como en el Japón o la China milenarios, si no más bien es una manera absolutamente brutal de ejercer la tortura. No se hace con una espada filosa, sino con una moto sierra o en el peor de los casos con alambre de púas que se usa para hacer presión enrollando un palo. Obvio en ambos casos mientras la víctima está aun viva.

Manda un menaje muy claro: no hay nadie que pueda impedir la lista de ilícitos que cometen los miembros de ese cartel o grupo del crimen organizado, si siquiera la autoridad legalmente constituida y entonces ¿en manos de quién estamos?

Norma Otilia fue corrida del funeral de Alejandro Arcos Catalán al grito unísono de “asesina”, porque el pueblo de Chilpancingo vio en cadena nacional, los videos donde esta señora se reunió en una charla muy amena con el líder de uno de los grupos criminales que controlan el trasiego de droga, las extorsiones a transportistas y el cobro de piso en territorio guerrerense.

Tampoco para los ciudadanos de Guerrero es ajeno que tanto la Gobernadora Evelyn Salgado como su padre Félix Salgado Macedonio, tienen relación con esos grupos criminales y que el asesinato de Alejandro Arcos, puede que tenga que ver con esos dos oscuros personajes de la política guerrerense.

Se llama terror lo que los sicarios impregnan en el ambiente político en Guerrero y en todo México ¿quién en su sano juicio quiere gobernar así?, ¿quién tiene el valor de ser presidente municipal, es decir el encargado del orden de un municipio, si tiene que pactar con sicarios y asesinos para poder medio ejercer el poder?. Por eso los mexicanos sabemos que la herencia que nos dejó el peje, fue una herencia maldita; nos dejó literalmente un narco estado, donde nadie en nuestro país está a salvo y en donde nadie puede hacer absolutamente nada.

López renunció al Estado de Derecho y nos ha dejado un país con miedo y terror donde su “pre sirvienta”, lleva un promedio de 100 asesinatos por día y contando, además sin hacer absolutamente nada para revertir esa tendencia.

Este será el sexenio de la consolidación del narco estado, al tiempo.

@leyvaguilar
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