LA DESLEALTAD DE CONCHA OJEDA
Por: Carlos CASTELLANOS ALCÁZAR
La diputada del PRI, Lizbeth Concha Ojeda renunció al Partido Revolucionario Institucional (PRI) pero no a la diputación que ostenta actualmente en la LXV Legislatura- no obstante que se reeligió para continuar en el escaño en la LXVI Legislatura en su carácter de diputada plurinominal que le concedió el mismo PRI.
Las manifestaciones de inconformidad y rechazo de la militancia priista sobre todo del sector femenil no se hizo esperar. Todos coinciden que también renuncie a las curules del Congreso del Estado, pues los escaños son del partido, no de la persona, por lo que existe un clima de asperezas en contra de Concha Ojeda, quien ya había demostrado síntomas de traición al Tricolor.
Ya sudaba la camiseta de MORENA, luego de haber dado su voto en favor de la Reforma Judicial y la Supremacía Constitucional, que entierra la impartición de la justicia como traición al PRI, cuyo pronunciamiento fue en contra de dichas reformas por inconstitucionales que acabarían con la democracia y las libertades.
La actuación de la renunciante es tomada como una traición a la militancia priista, falta de criterio ideológico, oficio político, formación partidista y ética profesional. Su desempeño, además como Secretaria General del Comité Estatal del PRI no tuvo resultados positivos, pues ocupó el cargo para adjudicarse la diputación plurinominal que entra en vigor el 13 de noviembre del presente año.
No es creíble la razón de su renuncia por el hecho de que el PRI se cierra al dialogo, la concertación y el respeto a las mujeres en cuestión de sus derechos- además dijo que renuncia al PRI, pero no a la política, que entiendo como una forma de ayudar y mejorar la vida de los oaxaqueños. Se privilegian decisiones copulares y dirigencias impuestas ni más ni menos como ella asaltó a los puestos de elección popular arropada por el tricolor para luego renunciar al partido.
Renunciar al PRI cuando le ofertó dos escaños consecutivos es una villanía de poca monta. No incursionó por su valor o carrera política, sino por las circunstancias y flujos del poder, por tráfico de influencias o favoritismos de sus antecesores que también utilizaron al PRI como fuente de lucro y mercenarismo.
Son casos que se dan en la política de hoy el día- tan desacreditada en los últimos procesos electorales a partir del ocaso priista y el arribo al poder del régimen morenista, que todo ha cambiado con la concentración del poder y el autoritarismo.
Por supuesto que el partido tricolor está pasando su peor crisis, pues- no se hacen esperar las deslealtades como el caso de Concha Ojeda, que por supuesto, está con un pie en MORENA en espera de un futuro promisorio, pero no. Sus convicciones son cortas y no da para más.
En estas mismas condiciones hay otras dos diputadas priistas que últimamente han renunciado al PRI pero no a las diputaciones, que le corresponden al partido- entre estas: Gabriela Pérez López, ahora en el Verde Ecologista y Mariana Benítez Tiburcio, ahora en MORENA, también reelectas en sus nuevas aventuras partidistas- sin el menor pudor de servicio y vocación ideológica- no para servir- sino para servirse del poder, lo que ha denigrado el quehacer político rebasado por la ciudadanía.
Son tránsfugas, son mercenarios y oportunistas aun tengan que rebajar hasta el suelo la política tan deleznable- que últimamente ha llegado a la degradación de lo que debiera ser el servicio más altruista en la renovación de las políticas del gobierno en aras de mejores condiciones de vida con tintes democráticos y respeto a las libertades.