El Zumbido del Moscardón

Alejandro Leyva Aguilar

 

Ayer no podía creer lo que mis ojos leían en las redes sociales. Mi entrañable amigo, mi hermano periodista Manuel Cano López dejó de existir apenas a sus escasos 54 años, si no estoy mal, víctima del enemigo número uno de la humanidad: el coronavirus.

Me impresionó porque apenas unos días antes habíamos compartido puntos de vista sobre las declaraciones de Jorge Castañeda y lo escuché bien, tranquilo, lleno de vida, con su sarcasmo al cien por ciento, como si no estuviese enfermo.

Quedamos en hablarnos más, en cuidarnos, en procurar que lo primero fuera nuestra salud porque nosotros fuimos muy cercanos y vivimos anécdotas y situaciones que de alguna manera nos hermanaron.

¡Mi querido director del H cuerpo de Bombero!, le decía devolviéndole el sarcasmo porque en Bomberos de Juvhitán, sólo había uno, él. Recuerdo que hizo coincidir la oficina del Extra Istmo, con el número de la oficina de bomberos.

En alguna ocasión una persona llamó insistentemente al periódico para tratar de localizar a alguien de bomberos y Manuel contestó con sus ojos muy abiertos y su cara de alguna manera más redonda… ¡se quema mi casa!, me dijo.

Entonces atravesamos el parque central de Juchitán casi corriendo porque él tenía problema de polio en una pierna -que claro, nunca lo discapacitó- y, luego de tomar extintores de fuego y trajes anti incendio, subimos a una vieja Van Exprés que le había donado el gobierno para que bomberos de Juchitán, tuviera un auto.

Nunca arrancó la camioneta, así que tuvimos que tomar un taxi -que por
cierto no nos cobró- para llegar a su domicilio. La casa que ardía en llamas no era la suya, pero si la de enfrente y al ver la intensidad del fuego me dijo “entra”…

Yo no tengo la más remota idea de cómo se debe actuar en un incendio así que le contesté “Entra tú, tú eres el bombero”, los extintores y toda el agua que pudimos recolectar fue insuficiente, el techo de esa casa se quemó completo.

Manuel Cano me enseñó mucho de lo que hoy sé como periodista, aunque él se consideraba locutor. Cuando nuestros amigos (Camilo Enríquez -qepd-, Rey David Ávila, Lupita Ríos y Alberto López Morales), me veían llegar, me decían “ahí viene el periodista decano… de Manuel Cano”.

Así le hacía Manuel para dejar huella, es un inolvidable y hoy quisiera escribir tantas anécdotas que vivimos juntos, desde las comilonas con Ná Licha, las reuniones en el bar jardín o la visita a casi todos los municipios del istmo vendiendo periódico y recopilando notas, fueron experiencias que me forjaron en esta noble profesión. Caminamos, viajamos en lancha hasta lo más recóndito de Oaxaca, volamos ¡qué no hicimos Manuel y yo!

Manuel emprendió varios esfuerzos periodísticos, el mejor de ellos Punto Crítico que es una empresa consolidada. Tuve el honor de dirigir las palabras inaugurales de aquella mañana en Juchitán y, por supuesto no pude dejar pasar la oportunidad para contar una de las cientos de historias que vivimos juntos.

Algún día nos volveremos a ver, porque si existe la certeza de que alguien nos untó la muerte en la planta de los pies el día que nacimos, también debe ser cierto que ese alguien, nos recibirá en el mismo lugar.

#quedateencasa
@leyvaguilar
Instagram: leyvaguilar

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