EL ZUMBIDO DEL MOSCARDÓN

NOS LA ESTAMOS ACABANDO

Por: Francisco Alejandro LEYVA AGUILAR

Hace aproximadamente 47 años mi familia y yo visitábamos regularmente la bahía de San Agustín, la última de oriente a poniente de las 9 hermosas ensenadas que hay en el extenso litoral de Oaxaca, entonces un paraíso terrenal y hoy casi un páramo debido a la actividad humana.

Recuerdo muy bien que en aquellos años de mi infancia, podíamos nadar en esa alberca natural sin temor de los mayores a que el mar nos arrastrase en una corriente eventual y, al contrario, éramos felices persiguiendo en el arrecife a peces globo, a caballitos de mar, incluso langostas, hoy ese arrecife está agonizando si no es que ya está muerto.

Las escasas dos familias que visitábamos regularmente la Bahía, acampábamos en enramadas hechas de hoja de palma, hacíamos refrigeradores naturales enterrando bloques de hielo en cascarilla de café en donde depositábamos los refrescos y todo aquello que debiera conservarse frío. Estábamos ahí toda la Semana Santa.

Acampábamos junto a la playa, quizá a unos 10 o 15 metros de la rompiente y, que yo recuerde, solo en una ocasión de las muchas que fuimos a acampar ahí, el agua llegó hasta donde se encontraba establecida la enramada. Un clima inusual hizo que el agua nos llegara.

Hoy San Agustín tiene por lo menos unos 1,500 habitantes que a pesar de sus esfuerzos, contaminan la bahía y, al menos en la playa principal, el agua está ya dentro de los restaurantes, porque es evidente que el nivel del mar ha aumentado.

Traigo esto a colación, porque hemos estado viviendo días de calores inusuales en todo el país. Ciudades como Puebla o México, registran temperaturas por encima de los 30 grados centígrados (30ºC) que no se sentían hace 5 años; lugares como Navojoa en Sonora o Centla en Tabasco, han registrado temperaturas de casi 50ºC, es decir estamos en un infierno.

Y es un asunto global por el calentamiento sistemático de la tierra al que desgraciadamente contribuimos todos o casi todos, lo que es peor sin darnos cuenta, sin ser conscientes de lo que estamos haciendo por acción u omisión.

Las temperaturas del planeta aumentan a un ritmo acelerado ya que en los últimos 100 años, hemos provocado que la temperatura se eleve casi un grado centígrado y 11 de los 12 años más calurosos desde 1850 se concentran en la década que va de 1995 a 2006. En el ártico ese calentamiento de esa década llegó a los 5 grados centígrados y a eso se debe el aumento del nivel del mar.

Ya sabemos que la causa del calentamiento global, es el efecto invernadero por la concentración en la atmósfera de los gases que lo provocan y que son originados por la actividad humana, sobre todo por la quema de combustibles fósiles para la generación de energía pero también por la tala de bosques, además de la explotación agropecuaria.

Los efectos del calentamiento global los estamos sintiendo. Los que nacimos en los años 50, 60 o 70 nos damos cuenta perfectamente del cambio que estamos sufriendo, pero las nuevas generaciones no perciben esas sensibles variaciones porque no tienen punto de referencia.

El aumento de la temperatura, es evidente. Simplemente de año pasado a este, la temperatura ambiente se ha elevado sensacionalmente, pero hay otras evidencias como lo escribí al principio: el aumento del nivel del mar, el deshielo de los glaciares de montaña, el deshielo de Groenlandia y el Ártico, la escasez de lluvia, el aumento de las sequías, fenómenos meteorológicos extremos y el cambio de comportamiento de especies animales y vegetales.

Volviendo al ejemplo del principio, también en Oaxaca en la zona cafetalera de Pluma Hidalgo situada entre los 600 y los 1200 metros sobre el nivel medio del mar (msnm) en esa década de los setenta, no había urracas (ave similar al cuervo de plumaje negro, blanco y azul) que son muy abundantes en las costas.

Esas aves empezaron a sentirse bien en esas alturas y comenzaron a depredar otras especies que eran abundantes ahí, como el “picudo” (Tucaneta)) o el pájaro verde (chara verde) que fueron depredadores de los granos del café.

La misma planta de café, sufrió los embates del cambio climático porque con el aumento de la temperatura, hongos que antes no se aparecían en esas latitudes como la roya del cafeto (hemileia vastratix), comenzaron a acabar con las producciones de unos de los mejores cafés del mundo y ahora, los productores han tenido que recurrir a otras variedades de menor calidad pero resistentes a la roya.

Como nos podemos dar cuenta, la evidencia es muy grande, nos estamos acabando el planeta y, como dijera mi querida Karen -dueña del futuro junto con Santiago-, estos calores son evidencia de que al mundo, le queda poco tiempo.

@leyvaguilar

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