LA CASA DE LOS PLEITOS
Por: Erick GARCÍA BARROSO

Decir hoy, que no has visto la “Casa de los Famosos”, que no tienes una idea de que trata o su contenido, estás mintiendo.
El fenómeno mediático que ha logrado este reality show es innegable, no hay forma que abras red social, contenido de noticias, televisión o cualquier medio de comunicación, donde no se incluya por lo menos una referencia del programa.
Desde la temporada pasada, donde Televisa logró reinventarse mezclando el contenido en televisión, streaming y redes sociales, el reality marcaba la tendencia diaria con las acciones y decisiones de quienes habitaban la “Casa más famosa de México”.
Antes de mediados de julio, se inició una estrategia masiva de posicionamiento, donde anunciaban a quienes participaban en esta temporada: actores, influencers, conductores de televisión, integrantes de los medios de comunicación, etc. ¡Toda una variedad de perfiles!
Como un buen chef, Televisa repite su receta y la mejora, nuevamente logrando llevarse los ratings contra su rival que ofrece un producto similar, pero con temática artística; nuevamente todas las redes sociales están inundadas de lo que hacen minuto a minuto los integrantes del show.
A diario toda la barra de la televisora está inundada de los resúmenes y “chismes” que ocurren en la “casa”.
Y, como en la temporada pasada nuevamente vuelven las teorías de que es un espectáculo totalmente guionizado.
Es difícil pensar que una televisora, gigantesca, deje en libertad a 15 personas a hacer lo que “quieran” sin algún control o restricción.
Y de no ser así, llama la atención cómo en esta temporada los niveles de violencia ejercida entre los integrantes llegan a niveles preocupantes: se normaliza el consumo de la violencia para entretener y generar contenido.
El público se ha posicionado con sus favoritos por el comportamiento de “los habitantes” y se puede notar como los influencers o personalidades inventan un personaje que es el que mostraron para ganar seguidores y audiencia; ya que, al dejar ver su verdadera identidad han demostrado no sólo su personalidad, sino sus pésimas costumbres, creencias y formas de relacionarse.
Al quedar expuestos, los participantes que no lograron generar empatía con el público han perdido miles de seguidores, que para ellos se traduce en perdida de patrocinios y colaboraciones mejor pagadas y en casos extremos se rumoran demandas, separaciones laborales, “cancelaciones”; toda estas siendo tendencias en redes sociales donde se mostraba el rechazo de las actitudes donde usuarios se daban de baja del servicio premium de streaming y hasta se han organizado marchas para exigir mano firme por parte de la televisora para poner orden o la expulsión de los agresores.
El éxito del programa es innegable, Televisa lo logró, que la mayoría en México por lo menos ha escuchado algo relacionado y la respuesta del público ha llegado a un nuevo nivel de interacción con una programación que se encontraba indiferente a las nuevas generaciones.
Lo lamentable es que se ha valido de violencias “permitidas”, actos denigrantes, amenazas y manipulaciones para alcanzar a la audiencia.
Se normalizan estos actos por el bien de los números, dejando de crear una programación estimulante y sana. No me refiero a que sólo se deba producir contenido intelectual o artístico; el internet abrió una puerta a la diversificación de contenido para todos los gustos y necesidades, algo a lo que las televisoras están apostando.
Para la fecha en que se escriben estas líneas, han pasado varias semanas donde se han visto durante eventos especiales y en el día a día agresiones frontales, como pasivas, que han desatado crisis de nervios y ansiedad entre quien están sufriendo estos actos.
Es lógico pensar que, por un momento, a la televisora le interesaron más los números y el alcance, ya que, sin importar los actos, no se veía sanción alguna. Fue únicamente hasta que se vio la salida de patrocinadores clave para el programa que se tomaron las medidas necesarias.
Importó más el número que el bienestar de los participantes, esto claro hasta que se vio afectado el ingreso económico.
La meta como creadores, publicistas o representantes de marcas es crear publicaciones y programas que enamoren a los públicos, pero sin incentivar la confrontación y agresión.
Los ratings y los números no justifican motivar a la violencia y ofrecer un producto basura al público.
Habrá que ver cómo se desarrolla la recta final de la segunda temporada del show; si logran recuperar a sus patrocinadores o las marcas se mantienen firmes con el fin de mantener una imagen alejada de la violencia.
–Erick García Barroso, Asesor en mercadotecnia, imagen y contenido de marcas.