LA FE MUEVE MONTAÑAS Y EL DOLOR CONVERTIDO EN AMOR SANA Y SALVA
Por: Alfredo MARTÍNEZ DE AGUILAR/Revista MUJERES/

- Hay que entenderlo y aceptarlo con humildad para perdonarnos y perdonar, lo que no siempre es fácil de conseguir. La soberbia suele perdernos y la soberbia siempre será mala consejera.
- Las letras de los libros sagrados y profanos invitan a reflexionar sobre el valor de la vida, lo transitorio de todas las cosas y la importancia de vivir plenamente libre, sin complejos de culpa ni cargos de conciencia.
Al cumplirse hoy, un año más del fallecimiento de mi amado niño-guerrero, Alejandro Rommel, permítaseme compartir algunas reflexiones sobre la vida y la muerte, sobre el dolor y el amor.
Si bien es cierto que la fe en Dios mueve montañas, el dolor convertido en amor sana y salva vidas por más grande que este sea y permite renacer, como el amor lo ha hecho en nuestro caso.
La sensación del dolor como emoción, a veces inmensa e intensa, permite a los seres humanos salir a flote o hundirse en la locura y escapar por la puerta falsa del alcohol, las drogas o el suicidio.
Cierta y, definitivamente, solo se crece en el dolor, y al lograrlo, el dolor resulta pasajero, fugaz y la gloria tras el triunfo es eterna. El triunfo es, pues, para siempre y el dolor es pasajero.
Hay que entenderlo y aceptarlo con humildad para perdonarnos y perdonar, lo que no siempre es fácil de conseguir. La soberbia suele perdernos y la soberbia siempre será mala consejera.
Hoy, me he perdonado mis errores, al ser extremadamente exigente con Alejandro Rommel, al educarlo como guerrero espartano e imponerle una disciplina estoica, y ser campeón artemarcialista
Millones de letras navegan y sobreviven a impetuosos ríos de tinta, al reflexionar sobre la vida y la muerte, desde que se inventó la escritura en Mesopotamia, Egipto, China y el Valle del Indo.
Miles de años transcurrieron antes y después del nacimiento de Cristo hasta la invención de la imprenta con tipos móviles por Gutenberg en el siglo XV, libros impresos que jamás morirán.
Los libros manuscritos, como los códices, existieron antes de la imprenta, y la impresión con tipos móviles revolucionó la producción y difusión de libros hasta la disputa en el campo digital.
Y una de las principales constantes históricas de los escritores de ayer y de hoy, consagrados como premios Nobel de Literatura o no, es el claroscuro del eterno tema de la vida y la muerte.
En la literatura, la vida y la muerte son frecuentemente presentadas como antípodas, reflejando la tensión entre la existencia y su ausencia, la continuidad y el fin, el presente y el futuro incierto.
La vida y la muerte se presentan como dos caras de la misma moneda, dos realidades opuestas pero interconectadas, que se influyen mutuamente como leit motiv, causa, motivo y razón del ser.
La literatura utiliza la vida y la muerte como temas centrales para explorar la existencia humana, la naturaleza del tiempo, la búsqueda de sentido y la reflexión sobre la propia mortalidad.
La vida y la muerte se utilizan como símbolos y metáforas para representar diversos conceptos, como la transitoriedad de la existencia, el paso del tiempo, la transformación y el cambio.
La literatura nos permite acercarnos, al mismo tiempo, a la muerte no como un fin, sino como un punto de reflexión sobre la naturaleza humana: la vida, la experiencia, la belleza y el dolor.
En la literatura, las letras invitan a reflexionar sobre el valor de la vida, lo transitorio de todas las cosas y la importancia de vivir plenamente libre, sin complejos de culpa ni cargos de conciencia.
En resumen, la vida y la muerte son temas fundamentales en la literatura, que permiten explorar la complejidad de la existencia humana y la obligada relación entre las personas y el universo.