PERIODISTAS EN LOS ALTARES
Por. Carlos CASTELLANOS ALCÁZAR
En la tradicional fiesta de “Todos Santos” o los “días de Muertos” del uno y dos de noviembre se despertaron las almas inertes y en un soplo impresionante salieron de sus tumbas y del sideral, los periodistas que se nos adelantaron por diversas causas ansiosos de llegar a sus redacciones e imprentas para proclamar la libertad de expresión.
Fueron recibidos con grandes festejos por los colegas vivientes, mismos que convivieron con suculentos platillos, sabores, olores y colores de los típicos altares, todos se divirtieron con gusto y agrado porque una vez más se congregaron los vivos con las almas como un solo gremio afines a las libertades en apego de la fraternidad propia del compañerismo.
Fue un encuentro sensacional entre periodistas y pares con la misma vocación de servicio que implica la unidad y la camaradería en un mundo de misterios y realidades- los espíritus contaron sus anécdotas y el tratado del más allá en donde disfrutan de la eterna libertad espiritual, en donde hay paz, seguridad, bendiciones y no se conoce la violencia ni las incitaciones, el odio, el rencor y todo es moral.
Mientras los terrenales, los periodistas en pie de lucha planetaria son víctimas de la intolerancia, las injusticias, la soberbia, la violencia, el odio la criminalidad y asecho contra los comunicadores, pues- son dos mundos diferentes el silencio y la resonancia del pecado planetario.
Llegó nuestro leal amigo y colega, Felipe Sánchez Jiménez luciendo su magna pluma con el tintero en la mano, buscando su espacio para publicar su interesante columna que le dio valor y prestigio: “Escaparate Político” en donde plasmaba la sentencia política de los gobiernos y funcionarios corruptos, se dijo que es cofundador de la Asociación de los Periodistas Oaxaqueños (APO)- que se quedó asombrada por tan importante presencia, pues “Felipillo” como se le conoció con cariño, gestor de la Casa del Periodista, pues quien sabe como le hizo para convencer a su compadre, el entonces gobernador, José Murat, que gustoso firmó el comodato- y los compañeros le aplaudieron a Felipe.
De tras de Felipe, cargando su calaveras, lo seguían los compañeros de buen criterio profesional, la mayoría de la genial APO- los esqueletos sacrosantos de los virtuosos cuerpos de Pedro Piñón, de buen humor sarcástico, conocido como “Palmiro Palmas” como seudónimo de su columna que arruinaba los abusos de poder de los jerarcas políticos, lo seguía el impoluto periodista, Wilfrido López Torres, reconocido también como poeta de muy finas estrofas románticas que arrullaban al amor y las delicias.
La APO se quedó asombrada de ver llegar a sus miembros, buscando sus espacios de las libertades y la democracia y que bueno que los recibió el dirigente de la gremial de buenas relaciones, Javier Hernández Córdoba, quien admirado les dio su lugar y el pase a la tribuna en donde los espíritus proclamaron la libertad de expresión y el cese a los crímenes del compañerismo fieles a su función.
Antonio Mejía lucía su mortaja en la mano y todos le echaron la bendición para no ser sorprendido por los terremotos como sucedió con el sacudimiento del 1985 en la ciudad de México en donde se vino abajo el hotel donde descasaba- por eso- en los Días de Todos Santos sus compañeros lo abrazaron con mucho cariño y le dijeron que no está solo, pues cuenta con el respaldo del gremio.
Guillermo de los Santos, periodista de timón, venía con su botella de tequila gritando viva la revolución- Luis Soria, experimentado en la prosa periodística gritaba “en vida hermano”, su clásica frase, que llamaba la atención; Gilberto Cosío, por allá- buscando su rincón, siempre con su gracia, pues era sano juguetón; Alberto Rodríguez llegó buscando el micrófono de su estación de radio; Don Néstor Sánchez, sabio periodista, maestro de generaciones- jamás olvidado, querido, muy querido por todos los sensatos.
Luis Santiago partió muy joven convencido de su profesión periodística- se fue al sacrosanto; Silvio Aguilar, de muy buen genio y talante periodístico, vino a comer mole y a tomar chocolate y dos o tres mezcalitos, que le ofreció el patrón; Abundio Núñez, muy ético y de clase- nos dejó la historia del periodismo; Luis Martínez, llegó con mucha alegría y saludó a todos los compañeros pues había logrado la paz divina y no podía faltar el conocido Dimas, quien llegó en su bicicleta con su cámara fotográfica y por supuesto- que tomó las imágenes gráficas de su morada celestial.
Días antes de la celebración las “hormiguitas” bailaban en el altar anunciando la llegada de los fieles periodistas que llegarían a la conmemoración- pero fueron desapareciendo al son de las despedidas de las almas consagradas para regresar el próximo año. Bendiciones.
En paz descansen, abrazo a todos.
carloscastellanos52@hotmail.com