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Rosa Silvia García Pineda abrió brecha a mujeres oaxaqueñas

Por. Alfredo Martínez de Aguilar/Revista MUJERES


* Desde la vieja casona marital de Santiago Matatlán, Tlacolula, la capital mundial del mezcal, Rosa Silvia García Pineda de Méndez León, celebró su viaje en paracaídas, convertido en “parasubidas”, emprendido hace 84 años.

* Inspirada en el amor de su familia y amigos, subrayó “vuelo con la fuerza que me dan mis seres ausentes y presentes. Ellos me conectan al pasado y me instalan en el futuro. Me deslizo libre, disuelta en el tiempo, dando piruetas en el espacio, del zenit al nadir”.

(A mi amigo-hermano, el tenor Jorge Guerrero, a su familia y amigos por el sensible fallecimiento de su señor padre. Un abrazo fraterno y solidario en estos momentos difíciles. Descanse en paz)

El incuestionable avance del empoderamiento de las mujeres actuales no hubiera sido posible sin el denodado trabajo y hasta sacrificio de miles de mujeres que les antecedieron, como Rosa Silvia García Pineda.

La expresidenta municipal es una de tantas mujeres guerreras de ascendencia istmeña, apoyada por su esposo, el médico y catedrático de la UABJO Juan José Méndez León, con quien fundó un centro hospitalario.

Desde la vieja casona marital de Santiago Matatlán, la capital mundial del mezcal, en la que vivió 17 años, Rosa Silvia, celebró a lo grande su viaje en paracaídas convertido en “parasubidas”, emprendido hace 84 años.

Lugar donde compartió sueños, dejó jirones de juventud y acumuló experiencia. Ahí se identificó con el campo, aprendió a sembrar maíz y, en la vida, a cosechar, no solo granos y agave, sino también la amistad de sus invitados, que le honraron cn su presencia ese día.

Nutrida de su familia directa y de la ampliada por parte de su esposo, de las amistades cultivadas, y que el pasado sábado 3 de septiembre vio florecer en su jardín, hizo una analogía de Altazor o El Viaje en Paracaídas.

“Soy privilegiada de contar con todos ustedes; algunos que vienen de lejos, quienes viajaron expresamente del extranjero, de la Ciudad de México y de otras partes de la república para acompañarme en este día”.

“Me da gusto que estén aquí familiares por la rama paterna, cuya frecuencia de visita a Oaxaca no ha sido tan común, por eso valoro que estén aquí. Reconozco que se hayan trasladado desde cualquier confín por carretera, con los riesgos del trayecto y de convivencia que esto implica”.

Al aludir al Poema Cantos del bardo chileno Vicente Huidobro dijo “tomé impulso para ir cayendo desde un resquicio de la casa donde crecí en la ciudad de Oaxaca, donde aprendí a dar los primeros pasos, con quienes me llevaron de la mano para que el vuelo fuera terso y pudiera deletrear el infinito”.

Ello le permitió percatarse «cómo la tierra se prolonga de rosa en rosa y el aire de paloma en paloma. Rosa al revés rosa otra vez y rosa y rosa» así es mi nombre y compuesto me gusta más, Rosa Silvia y, como tal, dejará de ser pájaro para convertirse en ave en busca de horizontes.

Inspirada en el amor de su familia y amigos, Rosa Silvia subrayó “vuelo con la fuerza que me dan mis seres ausentes y presentes. Ellos me conectan al pasado y me instalan en el futuro”.

Navega con la amistad de quienes integran la asociación que formó, Mujeres de Oaxaca Navegando en el Tiempo, con el compañerismo de los exalumnos del Instituto de Ciencias y Artes del Estado, de Empresarios y Ejecutivos de Oaxaca.

De amigos de ámbitos diversos, del arte, de la cultura, del teatro, de las cantadas, el grupo de las jóvenes le han adoptado como su ma; de los miércoles, de hace 40 años; de las asociaciones a las que perteneció y de las que formó parte; de sus amigos diplomáticos, del quehacer político municipal y estatal, de quienes pertenecen a medios de comunicación y más.

“En el vértigo de la espiral esa fuerza se despliega en la inmensidad de mis emociones y me nutre desde la raíz. Es gracias a esas ausencias y presencias que me deslizo libre, disuelta en el tiempo, dando piruetas en el espacio, del zenit al nadir”.

“Durante el viaje, como era natural, ha encontrado turbulencias, ni la caída ni el ascenso son permanentes. Le han tocado torbellinos, porque nada es lineal, pero los vaivenes dan sentido a la existencia”.

Así como la vida le ha dado múltiples satisfacciones, también le ha dado desencantos. La intensidad de los matices ha sido el signo que ha forjado la mujer que es y que está profundamente agradecida con dios, por lo que le ha dado y por subsistir en tiempos aciagos de pandemia.

Las ausencias de seres entrañables que ha perdido, su esposo Juan José; su hija, Laura Josefina, y su hijo Juan José, son tan vitales como la presencia de las hijas que le sobreviven, Silvia Socorro, Dulce María, Alma Verónica y Ana Rosa. Hoy, felizmente, tiene 4 hijas, 9 nietos, 10 bisnietos e hijos políticos.

Agradeció a sus hijas el regalo del festejo que prepararon con tanto amor. Valoró el apoyo de sus nietos arraigados a esta tierra y que intervinieron en la logística para montar el escenario en nuestra casona.

A contrapelo del viaje en paracaídas de Altazor del Poema Cantos de Vicente Huidobro, hoy su vuelo lo convirtió en un “parasubidas” maravilloso, desde donde a sus 84 años la vista es más amplia y serena.

Altazor contiene 7 cantos, por su parte, Rosa Silvia ha incorporado en su viaje un octavo canto y aún no sabe cuándo arribará a la siguiente montaña que me toca, ni cuándo hallará la diafanidad de la vida en la muerte.

“Todos los aquí presentes tienen un lugar en mi corazón, y no importa el lugar que tenga yo en el de ustedes, lo significativo es estar, aún, con sana distancia”, afirmó emocionada.

alfredo_daguilar@hotmail.com

director@revista-mujeres.com

@efektoaguila

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