¿EN DÓNDE ESTA SANDRA?
Por: Carlos CASTELLANOS ALCÁZAR
Han pasado dos semanas de la desaparición de la activista oaxaqueña, Sandra Domínguez Martínez y su esposo Alexander Hernández y no se sabe de su paradero, tal parece que hay hermetismo e ineficiencia de las autoridades en turno, o bien el Estado ha quedado rebasado por la delincuencia que cada día se enfurece más y más en contra de la humanidad.
Mientras las autoridades se cruzan de brazos, atónitos, o es falta de coordinación de las instituciones de seguridad pública, pues no se ha visto una correlación de los tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal, que mantienen un régimen de estrategias fallidas en el combate a los incitadores de la violencia.
Craso error del sexenio recién concluido que le heredó la estafeta a la presidenta, Claudia Sheinbaum, que poco hace por la localización de la defensora de los derechos de las mujeres indígenas, Sandra y Alexander pese a que ha sido llamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para que tienda la mejor plataforma de rescate de las víctimas.
Se espera un pronunciamiento de la jefa de la nación, Sheinbaum, sobre las medidas y estrategias en coordinación con el gobierno estatal, respecto a la localización de los desaparecidos para lo cual se deben destinar todos los recursos necesarios y la parafernalia del Estado con personal especializado, así como los canales de inteligencia, logística, métodos de seguridad sofisticados e incluso la contratación de expertos de otros países.
La desaparición tuvo lugar el 4 de octubre en María Lombardo municipio de san Juan Cotzocón, fecha desafortunada, peligro y alto riesgo para las féminas defensoras de los derechos humanos tal como sucedió con la abogada desaparecida presuntamente por haber denunciado a una red de funcionarios del gobierno estatal y federal por la creación de chats que difundían imágenes de mujeres indígenas en la intimidad y en actos de sexo es decir pornografía pura.
Largos días de dolor, llanto, desesperación, clamores, angustias y pesares de los familiares de los desaparecidos, pero no solo esto, pues ha despertado la adhesión de colectivos, defensorías de los derechos humanos, organizaciones nacionales e internacionales ¿y que hacen los gobiernos enclaustrados en su apatía? pues tal parece que no hay uniformidad en los operativos de búsqueda como si no hubiera coordinación de las instituciones de seguridad pública.
Es un reto para el Gobierno Federal y Estatal la de brindar seguridad y confianza no solo en este caso, sino a los mexicanos, que se ven acosados por las olas delictivas, pues, no es el único caso, hay miles y miles de mujeres y hombres desaparecidos incluyendo a niños jamás localizados a nivel nacional.
La interrogante, ¿qué ha hecho el gobierno de la Cuarta Transformación ante estos atentados que se multiplicaron en el sexenio recién concluido 2018- 2024 con 50 mil desaparecidos de ambos sexos, un caso cada hora, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas no localizadas en el país?
En Oaxaca- en el 2022 se reportaron 418 desaparecidos, en 2023 subió a 620 y en 2024 a 730 según la Red Lupa por lo que esta entidad no está exenta de las acciones delictivas sin que el gobierno estatal haya fijado su posicionamiento respecto a la seguridad del Estado pues naufraga en la misma tónica de inseguridad que prevalece a nivel nacional con la política de “abrazos y no balazos”.
Ante esta situación de inseguridad y violencia imparable se requiere un nuevo esquema de seguridad y combate a la delincuencia organizada, que no puede quedar en la retórica de la narrativa con la creación de espejitos virtuosos y mera simulación, sino con hechos tangibles y políticas que redunden en la aplicación de la justicia por lo que no viene al caso la instauración de sistemas burocráticos ni de ejes pasmados en la negligencia oficial.
Es uno de los retos, a la de ya, que la presidenta de México debe retomar para subsanar la podredumbre que le heredó su antecesor en materia de seguridad, que más bien es inseguridad propagada por los discursos de odio desde el Palacio Nacional, pero contará mucho la expresión de la jefa de la nación, que debe ser de conciliación, pero tal parece que trae la misma tónica bravucona de su maestro de Macuspana, a la vez, la misma protección a los actores de la violencia.
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