PELIGRO LATENTE PARA OAXACA
Por: Raymundo IBÁÑEZ DEL CASTILLO
La Paz, la tranquilidad, la confianza, la seguridad, la integridad física y patrimonial; y la vida de los más de 259,000 habitantes de la ciudad de Oaxaca, están en permanente riesgo e inminente peligro, porque en cualquier momento, cualquiera de ellos, pudiera ser víctima de hechos violentos y sangrientos, como los que se han registrado.
Por el bien de Oaxaca y de los oaxaqueños, esperemos que no sea el «efecto dominó», por la violencia desatada a lo largo y ancho del país, donde impera el cogobierno de bandas de criminales que atacan a la población civil y siembran el terror impunemente, sin que nadie pueda habitarlo.
Los oaxaqueños, que radican en la ciudad más importante de la entidad, tanto en lo político como en lo social y económico, además de que es sede del Poder Ejecutivo del Estado, se muestran consternados y temerosos, sobre todo por los recientes acontecimientos, registrados la noche del primer jueves de noviembre de 2024.
En el ataque armado, perpetrado tanto en las afueras como en el interior del restaurante argentino «El Che Gaucho», ubicado en la esquina que cruzan las calles de Las Rosas y Álamos de la colonia reforma, perdieron la vida seis personas; las cinco primeras, en el lugar de los hechos y, una más, cuando recibía atención médica hospitalaria.
Y el secretario general de gobierno, Jesús Romero López, podrá decir que «son situaciones fortuitas, casuales y eventuales», pero este hecho, no puede explicarse y menos justificarse, cuando rompe con la paz y la tranquilidad de los oaxaqueños.
Los sicarios, asesinos a sueldo, criminales profesionales y expertos en la ejecución de las víctimas impunemente, llegaron hasta el lugar, a bordo de un automóvil KIA color negro, que después abandonaron en las afueras de la negociación que fue escenario del ataque armado, donde accionaron sus potentes «armas, de uso exclusivo del ejército y las fuerzas armadas», sin que nadie, absolutamente nadie, pudiera evitarlo, porque como siempre, las corporaciones policiacas municipales, estatales y federales, brillaron por su ausencia.
En el lugar, por lo menos se escuchó el estallido, en ráfaga, de al menos medio centenar de balazos de grueso calibre, que alertó y causó pánico entre los vecinos de la zona, cuando se disponían a descansar.
Tampoco puede pasar desapercibido, el hecho no menos sangriento y violento en el que perdieron la vida dos mujeres de la etnia triqui e integrantes del MULT, ejecutadas al bajar del taxi en el que se trasladaron del centro de la ciudad, donde vendían artesanías que ellas mismas elaboraban, en la colonia Francisco I. Madero, localizada atrás de la que fuera la estación del ferrocarril, donde vivían.
El ataque armado de la colonia reforma, iba dirigido en contra del dirigente de la Confederación Internacional de Trabajadores de Oaxaca (CITO), Marco Antonio Sánchez, que al parecer salvó la vida milagrosamente, porque la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO), al frente de Bernardo Rodríguez Alamilla, inexplicablemente ha guardado cierto hermetismo sobre el caso y solamente emitió un escueto comunicado.
El gobernador Salomón Jara Cruz; la Secretaria Ejecutiva del Sistema Estatal de Seguridad Publica, Natalia Karina Barón Ortiz; el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Iván García Álvarez y; el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Vialidad y Protección Civil del municipio de Oaxaca, Raúl Ávila Ibarra, no pueden evadir su responsabilidad y «lavarse las manos», cuando son los directamente responsables de la seguridad de los oaxaqueños.