REALIDADES

Pandemia y desigualdades

Por; Erick García barroso*

Es domingo y hoy toca comer una carne asada acompañada de una bebida bien fría o, ¿por qué no?, un buen mezcal, pero recuerda que la carne asada la debes de comer en casa, sin invitar a nadie, sin ir a visitar a nadie; es más, no salgas al patio, prepárala en tu cocina.

La pandemia por COVID-19 nos ha dado la oportunidad de mejorar nuestras recetas, acabar el libro que habíamos pospuesto, ver un sinfín de series, volvernos críticos de cine y hasta de volvernos expertos en política, economía y estadística. Para algunas personas también nos ha dado la oportunidad de acercarnos más a nuestra familia, desarrollar nuestras actitudes y hasta prepararnos más.

Sin embargo, esto no ha sido la realidad para todos, podemos decir que es un privilegio para quienes tienen un sueldo seguro quincena a quincena, el otro lado de la moneda vive otra realidad, miles de personas se han quedado sin empleo. De acuerdo con las cifras presentadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, en junio se registró la perdida 82 mil empleos formales.

Ante la falta de empleos el emprender es una de las decisiones más difíciles e importantes que una persona puede hacer en su vida; la emoción que he visto en muchas amigas y amigos al iniciar su negocio es incomparable, les he acompañado a sus inauguraciones y al dar su discurso de agradecimiento a quienes acompañamos en el inicio de su aventura, este va de la mano con esperanza y emoción. Lamentablemente, ante esta nueva realidad, se ha hecho una constante escuchar todos los días a muchas personas las frases más decepcionantes: “ya no aguanto”, “no quiero cerrar”, acompañado de la preocupación por “dejar desprotegidos a su gente”, y por saber “¿cómo le digo mi personal que tengo que cerrar y que ya no le puedo pagar?”

Ya estamos en fase de “nueva normalidad”, se han dicho muchas cosas, pero en lo personal siento que aún es un riesgo el integrarnos a nuestras actividades habituales ya que los cuidados o prevenciones que estamos realizando no son suficientes para volver a salir al espacio público, el virus avanza y no reconoce quien o cuál; los precios suben, la renta, la comida, la luz, el agua se tienen que pagar.

La pandemia ha provocado que nos ajustemos al nuevo estilo de vida, a buscar alternativas para salir a flote. Algunos negocios han encontrado un área de oportunidad en esta situación, cosa que aplaudo demasiado, pero también ha terminado con sueños de cientos o miles de personas, el sustento y necesidades de muchos se están complicando; muchas familias que ya la veían difícil, empeoraron su condición al quedarse sin sustento; cada día se vuelve más complicado poder comprar un kilo de arroz, tortillas y pues para el tasajo menos alcanza, son tantas las personas que de verdad extrañan levantarse mucho antes de salir el sol, trabajar y poder comprar 10 pesos de pan para comerlo en familia esa noche, pues hace más de tres meses que la preocupación por el qué van a comer mañana ahora es más fuerte.

La gente ya no quiere tiempo libre, quieren regresar a su normalidad, la normalidad donde podían comprar lo necesario para una salsita de carne frita, donde poco o mucho, pero era lo suficiente para comer todos los días, la normalidad donde se podía comprar un pastel para festejar un cumpleaños, cuando alcanzaba para comprar un cono de huevos; tal vez piensen que esto para muchas personas es un lujo, que desde antes del COVID hay personas que la veían mucho más difícil, para ser realistas, la igualdad es un anhelo que los mexicanos hemos tenido desde tiempos de Porfirio Díaz y hasta ahora hablar de un mundo igualitario es un sueño que se ha visto difícil de alcanzar.

Hablar de desigualdad es también decir cómo se ha enfrentado la pandemia; es ver el miedo de salir a la calle con una tela de una playera vieja improvisada como cubrebocas; porque mientras hay gente que trae equipo médico que ningún doctor que enfrenta la enfermedad en primer contacto tiene, para otras personas es impensable siquiera incluir en sus compras un paquete de cubrebocas; ya se ha visto como como la clase política está lucrando con las necesidades de la gente. No falta mucho para empezar a ver cubrebocas con la impresión de siglas sobre una tela de un color con cual ubicar mejor esas letras, o con la cara del quien nos representará en alguna cámara.

El largo confinamiento nos ha tocado de distinta manera, ojalá todos pudiéramos tomar una cerveza mientras vemos la tarde pasar, pudiéramos tomar un café mientras leemos un libro o ver vídeos todo el día, ojalá no tuviéramos que preocuparnos por ponerle más agua a la sopa, ojalá pudiéramos todos comprar un cubrebocas.

Las desigualdades y las dificultades se han se han intensificado más, no todas las personas podemos afrontar esta situación de la mejor manera; el desempleo aumenta diario, los pagos suben y si sigo voy a parecer canción de Panteón Rococó, pero vamos a salir a flote, de eso estoy seguro, con fortaleza y solidaridad, es nuestra oportunidad para demostrar que somos mejor como sociedad y que si nos unimos podemos hacer grandes y mejores cosas, es el momento de hacer el esfuerzo para lograr la igualdad social y que las oportunidades estén al alcance de todas las personas.

Busquemos sacar lo mejor de esta situación y sobre todo lograr ser mejores seres humanos.

*Consultor en comunicación y marketing.

*Fotógrafo aficionado

*Bebedor de café

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