PERIODISMO TRASCENDENTE

INGOBERNABILIDAD

Por: Raymundo IBÁÑEZ DEL CASTILLO

Han transcurrido ya, 5 años y medio del sexenio del autoritarismo; y faltando todavía 4 meses y medio para que termine esto, que de esperanza, se convirtió en la desesperanza y en la peor pesadilla y desastre para el país; en un total fracaso del gobierno federal, pero sobre todo, por la ingobernabilidad que se marcó desde el principio y se prolongó hasta el final.

Los mexicanos, la mayoría de los 131.1 millones, que tenemos la fortuna de haber nacido en este país, pero también la desgracia de que llegara al poder un demente autoritario, enfermo de poder, dictador, tirano, sátrapa, que creyó, equivocadamente, que el poder se ejercía en forma unipersonal, sin gobierno y sin pueblo.

Sin defender, y menos meter las manos al fuego por los que estuvieron en el poder y que en su momento, poco o nada hicieron para enfrentar y menos resolver la gran problemática de este país, que se debate en la peor crisis de su historia, sin que se haya extirpado la corrupción, sin siquiera combatirla, porque solamente cambió de manos y; contrariamente a la verborrea de no robar, que hizo promesa de palabra el tirano, pero que en la práctica, la fomentó y se convirtió en algo recurrente, no del gobierno, porque nunca lo hubo, sino de él y de sus cómplices.

No hay solamente ingobernabilidad y crisis, en un solo aspecto, sino en todos los ámbitos sociales, económicos y políticos del país, porque la crisis se ha generalizado en el sexenio del autoritarismo, que ya está en agonía; ninguno de todos los ámbitos fue atendido, menos tratado y, por lo consiguiente, jamás solucionado.

Contrariamente a lo que pregonan a los cuatro vientos, sin empacho, sin rubor y sin vergüenza, el país está en total ingobernabilidad, crisis económica, política y social, porque los errores imperdonables del autoritarismo, ejercido por uno solo desde Palacio Nacional, ha sumido al país en la peor de la crisis de su historia.

La ingobernabilidad que marcó este sexenio trágico, fue desde el primer momento de la toma de posesión, ese negro día para los mexicanos, como fue el primero de diciembre de 2018, no se detuvo, sino que se acrecentó y así terminará hasta el próximo 30 de septiembre, ya que a partir del primero de octubre, los mexicanos, tendremos un nuevo gobierno, que para evitar el shock es imprescindible que no sea igual, sino totalmente diferente y menos que tengamos que sufrir en carne propia, los estragos de la maldita dictadura comunista.

Si el tiempo se hubiera detenido, hace 5 años y medio, no estuviéramos tan mal como ahora, porque todo se habría quedado estático, paralizado, sin avanzar, pero tampoco sin retroceder y, por la evidente ingobernabilidad, se quedó sin atención la problemática del país, que está totalmente a la deriva.

Y todavía más, a la ingobernabilidad, se sumaron condiciones que han llegado al grado de dividir a los mexicanos, de polarizarnos, como nunca en la historia de este país se había propiciado; como si fuéramos enemigos acérrimos y no hermanos de nacionalidad, porque la insidia, el odio, el rencor, la frustración y la amargura, la destiló todas las mañanas, el que dividió a los mexicanos para dominarnos y, finalmente, crear las condiciones para la imposición de la dictadura comunista.

La ingobernabilidad se resiente en todos los ámbitos, desde la salud y la vida, que es lo más preciado que poseemos, porque no hay atención médica, ni medicamentos, para la mayoría de los mexicanos; como también en la inseguridad, por la acción del crimen organizado y el narcotráfico, que se apoderaron impunemente del territorio nacional.

Todo, producto del caos, la anarquía y la ingobernabilidad total, que nos ha llevado a todos los mexicanos, a la peor crisis del país, derivada de la ineptitud, la incapacidad, la inexperiencia y el autoritarismo del único responsable, porque los demás, jamás cogobernaron; nunca les dio la oportunidad, porque durante el sexenio que está a punto de acabar, solamente sirvieron dócilmente a los fines perversos y malignos para establecer las condiciones propicias para la imposición de la dictadura comunista.

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